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(Casi) todos ven porno. El 8M nos incumbe. Y mucho.

05/03/2024
(ADVERTENCIA: ESTE TEXTO PUEDE HERIR SENSIBILIDADES)
¿Sientes dolor cuando golpean a alguien querido? ¿Te indigna cuando le insultan? ¿Sientes un pellizco en las tripas cuando humillan a alguien que es importante para ti? ¿Te entristece saber que alguien cercano lo está pasando mal? La respuesta sin duda es sí. Porque lo consideras uno de los tuyos, un igual, te identificas. Es lo que llamamos ‘empatía‘.
Este sentir, que está en la base de la solidaridad humana y de cualquier tejido social sano, está en juego en las próximas generaciones. Estamos ante una crisis de la empatía cuyo combustible es, precisamente, el consumo de pornografía violenta a edades tempranas, el abuso de redes sociales y el uso excesivo de pantallas.
Nuestros menores consumen de manera habitual pornografía violenta. Esta afirmación no es exagerada. Existen datos que así lo demuestran. No hace falta que la busquen, la reciben a través de sus RRSS y videojuegos. Sí, “inocentes” videojuegos. En muchos casos, a los tiernos ocho años. Este producto gratuito y ubicuo es de consumo habitual muy pronto. Los datos son escalofriantes. Las vejaciones a las que son sometidas las mujeres en estos vídeos e imágenes no pueden describirse aquí hoy por parte de la autora sin náusea o punzada de dolor.
Las mujeres son percibidas y codificadas como objetos del sadismo más perverso, agujeros que desgarrar y cuerpos que desmembrar. Siento la dureza. Y esto solo es posible deshumanizándolas.
Es la deshumanización de LO OTRO lo que permite al ser humano ejercer violencia sin pudor sobre sus iguales diversos. Esta es la lógica (casi mecánica) que subyace a todas las formas de violencia: considerar que aquel al que se inflige daño es NO HUMANO.

Solo así, bajo esta premisa, se producen las violencias que llamamos racismo, clasismo, antisemitismo, colonialismo… Este daño estructural se ejerce de manera sistemática y hasta “cargada de razones y argumentos” allí donde no hay posibilidad de identificación y empatía.
Estas dinámicas de poder se reproducen de manera sistemática sostenidas y musculadas por la exposición a ciertos discursos y la normalización de contenidos que refuerzan la idea de DESHUMANIZACIÓN DEL OTRO.
La vileza y crueldad con que se ejerce un poder violento contra LO DIVERSO (ya sea diverso sexo, orientación, clase, identidad, religión, cultura, nacionalidad…) es constantemente justificada:
“Eso otro no es lo que soy yo.
Eso otro es opuesto a mí.
Si yo soy humano,
eso que es otro, diverso,
es, por lo tanto, no humano”.
Los estudios de crítica de la cultura que han analizado desde hace décadas los procesos de colonización o las barbaries perpetradas en momentos históricos como el Holocausto o las guerras civiles llegan a esta misma conclusión: Solo despojando a esos otros humanos de su cualidad de humanos, es posible infligir tal daño sin un atisbo de empatía.
Pues bien, la selva sin límites de Internet, ese vertedero donde lo más decadente y espeluznante del ser humano campa a sus anchas, es la Disneylandia de las manadas, el silencioso campo de entrenamiento de los violadores y feminicidas del futuro.
¿Cuánto más necesitamos para regular y exigir responsabilidades a quienes permiten esta exposición a contenidos inadecuados a nuestros menores?
Este 8M, pongamos aquí nuestro foco:
No habrá igualdad sin esta regulación.
Esto nos incumbe. Y mucho.
Se lo debemos. Nos lo debemos.
Es grave. Elige actuar. Únete a nosotras.
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MVD