Querido asociado o asociada ❤️:
Es otoño, mi estación favorita, esa que nos invita a mirar hacia dentro (y hacia las hojas que caen sobre los deberes que no hemos hecho y los móviles mal guardados). En Málaga ya no es tiempo de espetos, aunque tampoco lo es de manta o infusión aún. Dentro de poco cambiará la hora, se acortarán los días y una empieza a preguntarse si no sería un buen momento para recomendar alguna lectura con sentido a la gente que te importa.
Así que esta entrada, querida o querido, es para recomendarte tres libros porque eres una persona que me importa. Son tres libros muy diferentes pero, cada uno a su manera, me han hecho pensar, ordenar y respirar más despacio.
Educar sin pantallas”, de Marta Prada. Marta Prada consigue hablar de algo tan complejo como el uso de pantallas en la infancia con una claridad y una ternura que desarman, con cariño y firmeza, como quien ha vivido lo que cuenta. No escribe desde el miedo ni desde la nostalgia, sino desde el conocimiento y la experiencia de quien acompaña a muchas familias en su día a día. Su libro invita a mirar más allá del dispositivo y a preguntarnos qué necesitan realmente los niños: presencia, juego, calma, aburrimiento y vínculos reales.
A través de ejemplos cotidianos y alternativas prácticas, muestra que “educar sin pantallas” no es volver al pasado, sino recuperar el equilibrio perdido. Me gustó especialmente su manera de abordar los errores sin juicio, reconociendo las dificultades reales de las familias. Leerla me hizo detenerme y revisar mis propias rutinas —las de casa y las mías— con una mirada más compasiva, pero también más consciente.
Un libro luminoso, que no culpabiliza: acompaña.
“Cerebro y pantallas”, de María Couso. Este libro superó totalmente mis expectativas. María Couso consigue algo muy difícil: explicar lo complejo con una claridad que se agradece, hablar de neurociencia con rigor y, al mismo tiempo, de una manera tan sencilla que invita a seguir leyendo. No dramatiza ni simplifica: simplemente muestra, con base científica, lo que las pantallas hacen en un cerebro en desarrollo. Su texto está lleno de referencias científicas, pero nunca se hace denso; combina investigación y realidad cotidiana con una mirada profundamente educativa -se nota que es maestra, habla de los niños con el mismo afecto que lo hace mi hermana, que también lo es-.
Los títulos de los capítulos ya anuncian lo esencial: que la atención, la emoción y el aprendizaje se están viendo transformados por un entorno hiperestimulante.
Leerla te ayuda a ponerle nombre a situaciones y hechos que todos intuimos pero no siempre sabemos argumentar. Es un libro que te deja más tranquilo y más firme a la vez.
“La generación ansiosa” – Jonathan Haidt
No es un libro cómodo, pero sí necesario. Haidt radiografía con precisión quirúrgica lo que estamos viendo en consulta, en las aulas y en casa: una generación herida por la hiperconexión digital y la sobreprotección en la vida real. Me ayudó a unir puntos entre lo clínico y lo social, a entender que no basta con decir “menos pantallas”, sino que hay que reconstruir el tejido comunitario que se rompió mientras todos mirábamos hacia abajo.
Haidt escribe con una lucidez que desarma. Explica cómo la pérdida del juego libre, el miedo al riesgo y la dependencia tecnológica están configurando una adolescencia más ansiosa y vulnerable. No hay dramatismo, hay evidencia.
Aunque lo más valioso de este libro es que no se queda en la crítica, sino que propone caminos. Haidt señala cambios concretos: retrasar el acceso al smartphone, recuperar el juego libre, fortalecer la autonomía y reconstruir la vida social presencial de niños y adolescentes.
Su lectura deja sensación de preocupación, pero también de esperanza lúcida: la de saber que aún podemos cambiar el rumbo.
Tres lecturas distintas, pero con una misma dirección: parar, mirar y entender mejor el tiempo que nos ha tocado vivir. Quizá este otoño no consigamos leer más ni procrastinar menos… pero si alguno de estos libros nos ayuda a pensar un poco mejor, ya habrá merecido la pena.
Con afecto (y propósito moderado de enmienda),
María Vidal Denis
Asociación Educación Digital Responsable
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